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Tipología:Estación Rehabilitación Infraestructura
Fecha:2007 - 2017
Ciudad:Granada
País:España
Fotógrafo:Antonio Luis Martínez
Marca:Ferrovial
Las obras del metro de Granada, iniciadas en el año 2007, comprenden el trazado de una línea única que atraviesa transversalmente la ciudad, conectándola con varios municipios de su área metropolitana e hilvanando muchos de sus focos de actividad y dotaciones más importantes. Esta infraestructura recorre unos 16 km, de los cuales 2.750 m discurren soterrados, por lo que incluye tres estaciones subterráneas. Durante la construcción de una de ellas —la del Alcázar Genil, situada junto a este palacio musulmán del siglo XIII—, se encontraron los restos del Albercón. Según ciertas fuentes históricas, esta infraestructura alcanzaba unos 124 m de largo y servía de escenario para naumaquias donde se simulaban batallas navales, pero su principal función era controlar la irrigación de los cultivos de la vega. A diferencia del alcázar, que tiene un grado de conservación aceptable, la alberca fue destruida hacia 1977 con dos desarrollos residenciales, y únicamente se mantiene el tramo bajo el camino de Ronda.
Inicialmente, la estación se diseñó como un espacio longitudinal a doble altura con un nivel de vestíbulo intermedio. Sin embargo, con la aparición de los restos arqueológicos, situados entre el vestíbulo y la calle, se redefinió el proyecto para permitir el paso del metro por debajo e integrar el hallazgo en un ámbito visitable. Se incorporó además una condición: los muros laterales de la alberca, encajados entre las empalizadas longitudinales de pilotes, no debían desmontarse, sino que se mantendrían en su cota original. Así, en la base de los muros se ejecutaron arcos escarzanos de hormigón, que transmiten las cargas a los laterales y aseguran el acodalamiento general del sistema. Durante la excavación, estos elementos fueron hormigonados directamente sobre la propia tierra para conseguir la curvatura del arco. Al evitar su desplazamiento y reconstrucción, el depósito conserva su carácter genuino de yacimiento, y al mismo tiempo, está integrado de nuevo en el ritmo urbano. En este sentido, la intervención propone una lectura crítica de la memoria arquitectónica y de la ciudad, que se concibe como una acumulación simultánea de estratos materiales y tiempos depositados.
Los laterales de la estación, que en la propuesta original se revestían para ocultar los pilotes de contención, quedan expuestos para potenciar el carácter subterráneo de este lugar y hacer patente el alarde constructivo que ha supuesto su ejecución. Por otro lado, la luz cenital procedente tanto de los lucernarios, dispuestos sobre el eje longitudinal, como de las cajas de vidrio de las escaleras subraya la textura áspera del hormigón, que cualifica materialmente el espacio interior.