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Diseñado por Werner Kallmorgen y construido entre 1963 y 1966 para almacenar cacao, el edificio Kaispeicher A es un bloque de ladrillo de gran rigor y abstracción. La nueva filarmónica de Hamburgo, la Elbphilharmonie Hamburg, se levanta sobre este plinto macizo situado en una esquina prominente del renovado puerto de la ciudad. Se trata de un centro cultural con una sala de conciertos, una sala de música de cámara, restaurantes, bares, viviendas, un aparcamiento, un hotel y una terraza; todo ello pensado para lograr una arquitectura que no solo sea atractiva, sino que sobre todo sea capaz de acoger una mezcla sugerente de usos urbanos.
Volumétricamente, la filarmónica es una extrusión del Kaispeicher A; sin embargo, sus partes inferior y superior son muy diferentes de la sencilla construcción del almacén. La cubierta ondulante alcanza una altura de 108 metros en el vértice de la península donde se ubica, descendiendo unos 20 metros en dirección este. De esta forma, la filarmónica constituye un hito visible en la distancia, un punto de inflexión vertical en la imagen horizontal de Hamburgo. La fachada de vidrio, formada por paneles planos y curvos, algunos de ellos perforados, transforman la estructura en un gigantesco cristal iridiscente cuya apariencia cambia con los reflejos del cielo, el agua y la ciudad.
La parte inferior de la filarmónica también posee una expresión dinámica. En sus fachadas longitudinales se han introducido grandes aberturas con formas abovedadas que proveen a la plaza sobre el Kaispeicher A de vistas espectaculares sobre el río Elba y la ciudad. Este ámbito, dotado con profundos huecos verticales que lo conectan visualmente con los vestíbulos superiores, es accesible desde una gran escalera mecánica alojada en el edificio de basamento. La plaza contiene programa público como restaurantes, bares, venta de entradas, el vestíbulo del hotel y el acceso al vestíbulo de la sala de conciertos en el corazón del complejo.
Con 2.200 localidades, la sala de conciertos es un diseño estrictamente contemporáneo que, al igual que la Filarmónica de Berlín de Scharoun, sitúa a la orquesta y al director en el centro del espacio. Aquí, sin embargo, son los usuarios —además de la acústica y la visibilidad— los que determinan un espacio en el que balcones, muros y techos forman una unidad. El objetivo es, como en los estadios recientes del equipo de arquitectos suizos, permitir el mayor acercamiento posible entre los espectadores y los músicos. La forma vertical de la sala condiciona la estructura de la totalidad del edificio y se expresa en su volumen exterior.