查看完整案例



收藏

下载

翻译
Tipología:Auditorio Cultura / Ocio
Material:Hormigón Acero inoxidable
Fecha:1987 - 1999
Ciudad:Barcelona
País:España
Fotógrafo:Duccio Malagamba Michael Moran (OTTO)
En un área marginal surgida allí donde el Ensanche barcelonés empieza a difuminarse, un solar generoso de dimensiones e impreciso de formas reducía un posible diálogo con el lugar a un escueto soliloquio. Sobre la parcela surgida de la fusión de dos manzanas —una operación frecuente sobre la cuadrícula de Cerdà para ubicar edificios públicos y que cuenta con los precedentes de la Universidad Literaria, el Hospital Clínico y la Cárcel Modelo—, un prisma severo conquista este ámbito fronterizo con la voluntad de devolver al espacio urbano la orientación precisa. La forzosa autonomía del auditorio se pone de manifiesto a través de una arquitectura contenida y compacta que se hace permeable allí donde sus flancos de mayor longitud se enfrentan al eje de Ausiàs March.
El edificio gravita así sobre un centro vacío, una plaza entre sus dos salas que, coronada con una gran linterna de vidrio, alberga la parte de acto social que toda actuación musical tiene. El complejo programa incluye además de los dos auditorios —de 2.340 y 610 espectadores, respectivamente—, espacios de ensayo, un museo de la música, una biblioteca, el centro de altos estudios musicales, estudios de grabación, restaurantes, talleres y almacenes. La sala sinfónica, de planta rectangular, sigue las proporciones canónicas impuestas por la acústica, pero propone visiones oblicuas mediante las alineaciones de butacas, al haberse entendido que la apreciación musical tiene poco que ver con la frontalidad del espacio teatral. Aunque en las primeras versiones del proyecto ambos auditorios compartían un vestíbulo común articulado en torno al atrio central, las necesidades del funcionamiento de los escenarios llevaron a invertir este esquema. La dualidad del acceso se torna continuidad en las plantas superiores, para que los camerinos puedan ser utilizados indistintamente por cada sala.
La presencia serena del edificio se confía a una retícula de hormigón plementada al exterior con acero inoxidable de color pardo. Ocultando las funciones que encierra, la envolvente altera su ritmo sordo mediante los encintados de las ventanas, instalados como notas de una gran partitura sobre el interlineado general. Como el forro del estuche de un instrumento musical, los paneles de arce suavizan un interior configurado por el rigor reticular, del que se libran únicamente los dibujos de Pablo Palazuelo sobre la gran linterna. Definido este auditorio silencioso, sólo cabe esperar que las reformas emprendidas en sus aledaños transformen el monólogo inicial en una conversación coral con la ciudad.