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Tipología:Centro cultural Auditorio Cultura / Ocio
Material:Aluminio
Fecha:1990 - 1999
Ciudad:San Sebastián
País:España
Fotógrafo:Duccio Malagamba Michael Moran (OTTO)
Con una configuración dominada por los rasgos excepcionales de su enclave geográfico, San Sebastián también debe parte de su actual fisonomía al muro de costa que en 1919 hizo posible la construcción del barrio de Zurriola. Una parcela singular del vecindario recién creado —el punto de encuentro entre el ensanche, el río y el mar— fue el lugar elegido para levantar el Gran Kursaal, el casino convertido en cine tras la prohibición del juego por Miguel Primo de Rivera. Sendos concursos en 1965 y 1972 intentaron explotar la visibilidad del solar para fines más lucrativos, hasta que en 1990 se decidió ubicar en él —con el edificio ya derruido— el auditorio y centro de congresos de la ciudad.
El proyecto se aborda como un accidente geográfico más de este tramo privilegiado del litoral. Inspirados en la escollera que formaba parte del muro de costa, los volúmenes del auditorio y de la sala de congresos emergen como dos rocas que hubieran quedado varadas en la desembocadura del río y no formaran parte de la ciudad sino del paisaje. Sus masas compactas y estrictas se definen a partir de una piel de vidrio que se presenta densa y opaca durante el día, para transformarse en traslúcida y luminosa al caer la noche. La plataforma que une ambas piezas se plantea como un hito en el camino, como un incidente del paseo que se extiende entre los montes Urgull y Ulía. Bajo la gran marquesina que prolonga este zócalo, el acceso al conjunto aparece flanqueado por los espacios de exposición, las tiendas y el restaurante que forman el frente urbano hacia la avenida de Zurriola, de manera que las piezas de menor escala articulan el encuentro entre el tejido urbano y la geografía.
La presencia del nuevo Kursaal en la bahía donostiarra se confía a la doble envoltura de vidrio traslúcido que protege los cuerpos revestidos de madera de las salas principales. Con una curvatura que evita su asimilación a los muros cortina convencionales, esta envoltura está formada por lunas de seguridad unidas con butiral y sustentadas en una estructura de aluminio que alberga las instalaciones. Por su parte, los auditorios, inscritos con una ligera asimetría en los prismas opalescentes, se dimensionan desde criterios acústicos: la planta tiene proporciones próximas al doble cuadrado; los techos planos y las alturas garantizan diez metros cúbicos de aire por espectador. En el vacío existente entre las salas y la envoltura se sitúan los vestíbulos, que se abren a las vistas del entorno y prolongan hacia el interior el paseo de la playa como escenario de la vida social donde se acude a ver y ser vistos.