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Tipología:Universidad Biblioteca Cultura / Ocio
Material:Madera Ladrillo
Fecha:1989 - 1994
Ciudad:Madrid
País:España
Fotógrafo:Javier Azurmendi
El lugar donde se sitúa este edificio docente, junto a la M-30 y en el límite de la Ciudad Universitaria, tiene un carácter especialmente significativo por la gran calidad media de su entorno arquitectónico, definido tanto por los edificios históricos que jalonan la cornisa de Madrid como por la magnífica arquitectura racionalista universitaria.
La biblioteca, que adquiere así una posición de hito urbano, es un edificio voluntariamente hermético, cuya función apenas se adivina desde el exterior. Por su proximidad a la autopista y la amplia panorámica que desde el mismo se divisa, se debate entre la introversión propia de un espacio de reflexión y estudio, y la apertura hacia las bellísimas vistas de la comisa madrileña y la Casa de Campo. Por otra parte, se trata de una biblioteca organizada según el modelo anglosajón, en la que las áreas de almacenamiento de libros y de lectura están interrelacionadas.
La idea central del proyecto se basa por tanto en una superposición en altura de espacios herméticos entre sí: la sala de acceso y de pasos perdidos, la sala de lectura y almacenamiento —un espacio unitario de seis plantas con circulaciones interiores por escaleras—, y la planta de cafetería y administración. Dos núcleos de comunicación comunes dispuestos diagonalmente permiten el acceso a los distintos niveles y espacios.
La retícula estructural, de 4,5 x 4,5 metros e independiente del cerramiento exterior en que se basa el proyecto, configura prácticamente todo el espacio de la planta de acceso. Por el contrario, la sala de lectura es un volumen centrado en tomo a un hueco circular abierto en esta retícula y cubierto con un artesonado de madera que permite la entrada de luz cenital al interior. Este espacio, al que se accede oblicuamente, es el corazón del edificio y está configurado formalmente por el contraste entre las propias estanterías y el vacío central. En el centro mismo, en un anillo, rodeados de libros y bajo el artesonado, se sitúan los lectores. La luz penetra en la sala desde las paredes perimetrales a través de estrechas ventanas horizontales, y desde el artesonado cenitalmente. En la última planta, reservada a administración, cafetería y sala de juntas, el espacio se invierte, cerrándose interiormente y abriéndose a las magníficas vistas exteriores.
El uso del ladrillo, material predominante en los primitivos edificios de la Ciudad Universitaria, es un homenaje a los mismos y, por otra parte, debido a su atemporalidad, constituye un símbolo de estabilidad y permanencia adecuado a la función institucional a que se destina el edificio.