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“Pedro y Fernando son coleccionistas de arte, y yo creo que eso ha sido un factor crucial para desarrollar este proyecto de una manera tan mágica y tan asombrosa,” dice Belén Herrera Ottino, directora de la nueva Opera Gallery, sobre Hernández arquitectos. El reto no era fácil, pero Pedro y Fernando, a pesar de no haberse enfrentado a una galería anteriormente, lo aceptaron con gusto. El hogar de la galería —toda una referencia en arte moderno y contemporáneo con quince sedes alrededor del mundo— se encuentra en un señorial edificio del barrio de Salamanca; mil metros cuadrados que anteriormente habían sido destinados a diversos usos. “En la planta de abajo había una zapatería, una joyería, y en la parte de atrás, un showroom”, comenta Fernando. Cuando lo visitaron, los pisos ya habían sido sometidos a cierta reforma, pero no funcionaban, “estaba todo muy compartimentado“, señalan, ”hicimos nuestra propuesta, y desde Opera Gallery enseguida entendieron que el espacio debía cambiar”.
Una de las salas de Loving Picasso donde se aprecia la chapa de bronce cepillado utilizado en la reforma, la obra de Frank Stella Estoril XII, 1982, Harlequin (after Picasso) de Andy Denzler, 2023, y Arlequín 01 de Lita Cabellut, 2023.
© Enrique Palacio / Cortesía de Opera Gallery
Un entendimiento mutuo
La complicidad y la confianza a lo largo de esta transformación ha sido evidente; para Belén, los arquitectos han hecho "fácil las cosas que parecen más complicadas" y señala la monumental puerta de cristal de la fachada, casi tan alta como los techos de más de cuatro metros, como mérito exclusivo de los Hernández. “Ha superado las expectativas”, dice riendo, “de hecho, estamos pensando en copiarla para otras sedes. Esto nos facilitará hacer unos montajes espectaculares y exponer esculturas monumentales, como una de Manolo Valdés que tendremos próximamente. Se trata de dar esa vuelta de tuerca al espacio, de sorprender, y también de ver cómo va respirando.”
Por supuesto, hubo requerimientos específicos a la hora de la visualización y conservación de las obras, como la iluminación por tracklight, o el sistema expositivo por rieles, pero Pedro y Fernando también lucharon por respetar el volumen del espacio conservando la altura, esencial para exhibir piezas de gran tamaño, o la monumental escalera helicoidal que sustituye a la tradicional de tramos que había anteriormente, con el hueco del ascensor en medio.
Vista de la escalera desde la planta superior.
© Enrique Palacio / Cortesía de Opera Gallery
Este no es un lugar de paso
La intención era que la galería tuviera alma. “Queríamos hacer un espacio cercano, humano, doméstico, un lugar donde siempre nos sintamos bien acogidos. Creo que eso lo hemos conseguido”, señala Belén. A pesar de ser el color predominante, los arquitectos huyeron del típico cubo blanco y crearon un ambiente cálido gracias a una cuidada selección de materiales: “Conseguir el tono exacto de bronce cepillado nos costó trabajo”, comentan sobre el metal que adorna el interior, “no queríamos que fuera demasiado agresivo o que compitiera con las obras”.
Detalle de la Black Room, con una de las famosas calabazas de Yayoi Kusama.
© Enrique Palacio / Cortesía de Opera Gallery
Grandes maestros sobre fondo negro
Tan solo hay una habitación que rompe el esquema cromático, la Black Room, presente en cada una de las sedes. “Paredes negras, moqueta negra, iluminación regulable… es un espacio más exclusivo en el que el cliente se siente relajado, como en casa”, explica Belén. El sitio ideal para una charla calmada, rodeada de obras de grandes maestros y muebles exquisitos como las sillas Indochine de Charlotte Perriand, las mesas de Yves Klein, o las creaciones del estudio francés Bismut & Bismut.
Otro de los espacios de Loving Picasso, con La Llagosta de Miquel Barceló, 2001.
© Enrique Palacio / Cortesía de Opera Gallery
Una galería que dará que hablar
Opera Gallery irrumpe con fuerza el 12 de mayo con la exposición Loving Picasso, una muestra homenaje por el cincuenta aniversario de la muerte del pintor malagueño que contará con obras de artistas destacados de los siglos XX y XXI influenciados por su trabajo. Fernand Léger, Roy Lichtenstein, Fernando Botero, o los españoles Joan Miró, Antonio Saura, Juan Genovés, Manolo Valdés y Miquel Barceló, son solo algunos de los pesos pesados que estarán presentes. Uno de los objetivos de la galería es el de acercar la obra de artistas reconocidos que, en ocasiones, no están en nuestros museos, “Vamos a traer una pintura de Warhol maravillosa”, dice Belén. “Opera acompaña la obra de los grandes maestros y la de artistas contemporáneos”, añade la directora, "pero también queremos apoyar el arte español, arrancamos con la representación internacional de Juan Genovés. Esto va a ser algo crucial. Estos son los bastiones de la galería, apostar por el arte español y difundirlo".
Detalle de la magnífica escalera. En la pared, Femme et oiseau devant le soleil, 1968, de Joan Miró.
© Enrique Palacio / Cortesía de Opera Gallery
Todas las sedes de Opera Gallery cuentan con una Black Room, y la de Madrid no es ninguna excepción. Se pueden apreciar obras de Dubuffet, Botero y Léger, entre muchas otras de grandes maestros.
© Enrique Palacio / Cortesía de Opera Gallery
Los arquitectos Pedro y Fernando Hernández.
© Jorge Peiró
Gilles Dyan, fundador de Opera Gallery Group con Belén Herrera Ottino, directora de la sede en Madrid, posan ante Le Peintre y son modele, de Pablo Picasso, 1963. Al fondo, The Three Graces, de Antonio Saura, 1997.
© Enrique Palacio / Cortesía de Opera Gallery
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