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Hay muy pocos casos como la galería Fahrenheit. Por si alguien se lo ha preguntado alguna que otra vez, que puede darse el caso, detrás del hecho de que en Madrid apenas existan galerías dedicadas a la escena emergente de Nueva York hay una explicación muy simple. Los costes de transporte son elevados, toca pagar las aduanas y la mercancía, una vez en España, se vende a un precio asequible para el cliente final. En otras palabras, es el galerista el que sale perdiendo. “Poca gente quiere meterse en berenjenales así”, considera Valeria Aresti, asegurando que ella sí está dispuesta. Y lo ha demostrado. Lleva haciéndolo desde que abrió a finales del 2019 la galería Fahrenheit en el centro de Madrid (Justiniano, 8), tras ahorrar un poco y pedir varios préstamos.
Valeria Aresti.
© Cortesía de Fahrenheit Madrid
Aresti recuerda los inicios en una videollamada: “Imagínate una tía de 30 años que va diciendo por Nueva York ‘oye, que estoy montando una galería en Madrid’, y eso cuando ni siquiera tenía un local”. Se ríe: “Fue un poco caótico”. A su favor, eso sí, estaba el factor de que para un artista estadounidense exponer en España, en vez de en Francia o en Inglaterra, supone una puerta de entrada fácil a Europa. O al menos una que otorga una mayor visibilidad. “Para ellos sería más complicado el decir ‘pues me voy a París o a Londres’, a sitios en los que hay cientos de galerías de arte contemporáneo con una competencia enorme. Pero aquí, al no haberla, los artistas están muy abiertos a exposiciones. Y a mí eso me ayuda bastante”, reconoce.
© Cortesía de Fahrenheit Madrid
Pasó así con Vera Iliatova, la pintora rusa afincada en Brooklyn que firmó la última muestra de Fahrenheit del año pasado. “Fui a su estudio y me comentó que su marido también se dedicaba a esto, él trabaja en el mismo edificio. Conocí su obra y me pareció la bomba”, cuenta Aresti. Se enteró además de que él era profesor de la Rhode Island School of Design, el sitio por el que han pasado desde Jenny Holzer a Alfonso Ossorio y Do-Ho Suh. Hoy, lo que se puede ver dentro de la galería madrileña es una selección de 11 pinturas que llevan el nombre del profesor, Craig Taylor se llama, a lo largo de una exposición titulada Figments.
En esencia, son lienzos de texturas varias que hasta el próximo 29 de abril, partiendo de la abstracción, invitan a los visitantes a imaginar bustos y piernas. En el estreno de la muestra a principios de febrero había quienes visualizaban las orejitas de un conejo, otros percibían más bien traseros, y los interesados en la respuesta le preguntaron a Taylor, allí presente, que prefirió compartir tan solo sus referencias: cippi etruscos, cabezas hieráticas y la Cosa, el superhéroe de los Cuatro Fantásticos de Marvel. Sobre las ventas, Aresti no da cifras: “El día de la inauguración vendimos bastantes obras”, apunta. “Aunque todavía quedan algunas disponibles, y muy buenas”.
El perfil del cliente que compra en Fahrenheit
A la galerista ya le avisaron desde un principio que los españoles no iban a ser fáciles ni leales, tanto por su falta de presupuesto como de interés. Ha ocurrido lo contrario: “Me ha sorprendido, porque el 92% de los que vienen a comprar son de aquí, y el 8% de Latinoamérica, un público que cada vez está creciendo más y más”. De la media de edad de los clientes también aporta datos concretos: “En general suelen ser de 40 años para arriba, mayoritariamente gente que está rondando los 50”.
Algunos jóvenes hay, y son los que más ilusión le hacen a Aresti: “Por el esfuerzo que implica. No solo económico, sino porque se trata de un cambio de parámetro”. Se explica: “Muchos de estos jóvenes es probable que en su casa jamás hayan estado expuestos al mundo del arte, y romper esa barrera, el ahorrar para adquirir su primer cuadro en vez de viajar o estar todo el año comprando ropa, es una decisión súper importante”. Lo es, por supuesto, si un sueldo permite contemplar alternativas más allá de llegar a fin de mes.
Exposición de Vera Iliatova.
© Cortesía de Fahrenheit Madrid
Al margen de ARCO también pasan cosas
En lugar de la feria de Ifema, Fahrenheit ha preferido acudir este año a la nueva edición de JustMAD en el Palacio Neptuno de Madrid. “Ahora queremos enfocarnos a ferias nacionales”, avanza la galerista, que en paralelo está pensando en acciones adicionales, muy en la línea de la colección cápsula de camisetas que en 2021 lanzó junto a la firma barcelonesa de moda sostenible Thinking MU. O los cócteles del restaurante Angelita, los cuales podían degustarse durante la inauguración de Figments de Craig Taylor, de la mano de un barman que los preparaba en los mismos colores que aparecen en las pinturas del estadounidense.
Valeria Aresti y Craig Taylor.
© Cortesía de Fahrenheit Madrid
Para Aresti, estas colaboraciones son una forma de sacar el arte de ese cubo blanco que representan las galerías. “Llevándolo a la calle llegas a otros sectores de la población, consigues darle una mayor visibilidad”, concluye, y subraya un último detalle: “Yo no quiero que mi negocio sea solo un punto de venta, creo que el arte al final debe ser un compromiso social y tiene que difundir un mensaje”. Dicho de tal forma suena a topicazo, pero ella, que se lo toma bastante en serio, lleva ya montados varios talleres para acercar el arte a personas con discapacidad, y a centros educativos infantiles de la Comunidad de Madrid.
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