查看完整案例
收藏
下载
En la tienda de muebles icónicos Schneider Colao - Elba Benítez, ubicada en San Lorenzo 11, Madrid, descubrimos una exposición cuyo comisario, Pepe Suárez, es psiquiatra de profesión y apasionado del arte. En este espacio, en el que uno siempre se detiene en sus escaparates, la iniciativa de exponer una colectiva de jóvenes artistas ha reunido obras que giran en torno a la temática del cuerpo humano. Con estos ingredientes, la curiosidad está asegurada, es difícil no sentirse atraído por una fórmula tan heterodoxa (como el arte debe ser). Ilustración impresa y tinta negra sobre papel, de Eva Eva Koťátková (Praga, 1982). “Con todo un trabajo anclado en el territorio de lo “PSI” donde aborda el trauma, la infancia, lo onírico e incluso la psiquiatría de forma explícita, Eva recurre frecuentemente a aquellos individuos considerados como frágiles para acentuar las fuerzas de la autoridad a los que se ven sometidos por el sistema. Su obra dialoga con la vulnerabilidad de la infancia, recogiendo como la Educación se aprovecha de la permeabilidad de los niños para moldearlos a unas expectativas prototípicas”. Aquellos que no encajan, son empujados al rechazo, la ansiedad y el trauma. ¿Y qué tiene que ver con el cuerpo humano? Pues no nos engañemos, porque el desarrollo educacional y emocional de nuestra niñez va a condicionar nuestro cuerpo. No solo desde lo visible sino como origen de nuestras somatizaciones y por lo tanto de la aparición de la enfermedad. Obra de Isabella Benshimol (Caracas, 1994). “Partiendo del textil como lenguaje, el trabajo de Isabella trata al cuerpo desde su ausencia, pues nunca aparece de forma explícita en sus piezas. Creadas desde la performatividad que conlleva el acto de desvestirse, se convierten en auténticos versos de la intimidad y lo cotidiano.” Usa la ropa íntima femenina como una metáfora de la nada, de hecho en esta obra utiliza tangas, poniendo el foco en la carga de erotismo que contrapone con la viscosidad que las envuelve, devolviendo a quien lo mira la verdadera dimensión de la mujer sin la mirada obscena del “otro”. Deseo de ablución estremecido, de Paloma de la Cruz (Málaga, 1991). “Desde medios como la cerámica o la ornamentación, desarrolla un lenguaje centrado en las políticas del cuerpo femenino, muchas veces fusionado con la arquitectura y un lugar doméstico. En la serie Paños de ablución nos sitúa ante unos tejidos aparentemente delicados que parecen simular esa pureza y limpieza que busca el ritual”.Deseo de ablución estremecido 2021, de Paloma de la Cruz. Esta obra como la anterior, (me parecen inseparables) de la artista me resultan muy sugerentes por su sencillez intelectual y por lo que pueden representar: desde un órgano interior a un paño para lo “exterior”. Creo que se trata de un deleite femenino y feminista de recuperación de lo que se ha denominado artesano y solo afecto al quehacer de la mujer. De la Cruz solo tiene 20 años y, la mirada del arte en relación con la generación de los 80, es más directa, menos angustiada, sin por ello dejar de reivindicar los mismos principios aunque, creo, lo hacen sin ese poso de “generación perdida” (la de los 80).
El número de artistas es amplio, nada menos que catorce: Saelia Aparicio, Javier Arbizu, Isabella Benshimol, Lucía C. Pino, June Crespo, Paloma de la Cruz, Eliza Douglas, Esther Gatón, Eva Koťátková, Xie Lei, Antonio Menchen, Carlos Monleón, Alfredo Rodríguez y Helena Vinent. Lo interesante es la idea de elegir un comisario como Pepe Suárez. Una idea muy acertada la de que alguien, aparentemente ajeno al arte, se encargue de escribir un texto que no sea una receta, de por ejemplo, trankimazin. Lo fundamental, no es la erudición de lo que escribe sino que todo, obras, artistas, comisario y espacio, sean interpretados con la libertad que cada uno debe tener, sin miedo a pensar, sobre todo lo que está a la vista.
Dejamos como píldora algunas de las obras más impactantes de la exposición.
1/6
Ilustración impresa y tinta negra sobre papel, de Eva Eva Koťátková (Praga, 1982). “Con todo un trabajo anclado en el territorio de lo “PSI” donde aborda el trauma, la infancia, lo onírico e incluso la psiquiatría de forma explícita, Eva recurre frecuentemente a aquellos individuos considerados como frágiles para acentuar las fuerzas de la autoridad a los que se ven sometidos por el sistema. Su obra dialoga con la vulnerabilidad de la infancia, recogiendo como la Educación se aprovecha de la permeabilidad de los niños para moldearlos a unas expectativas prototípicas”. Aquellos que no encajan, son empujados al rechazo, la ansiedad y el trauma. ¿Y qué tiene que ver con el cuerpo humano? Pues no nos engañemos, porque el desarrollo educacional y emocional de nuestra niñez va a condicionar nuestro cuerpo. No solo desde lo visible sino como origen de nuestras somatizaciones y por lo tanto de la aparición de la enfermedad.
2/6
Obra de Isabella Benshimol (Caracas, 1994). “Partiendo del textil como lenguaje, el trabajo de Isabella trata al cuerpo desde su ausencia, pues nunca aparece de forma explícita en sus piezas. Creadas desde la performatividad que conlleva el acto de desvestirse, se convierten en auténticos versos de la intimidad y lo cotidiano.” Usa la ropa íntima femenina como una metáfora de la nada, de hecho en esta obra utiliza tangas, poniendo el foco en la carga de erotismo que contrapone con la viscosidad que las envuelve, devolviendo a quien lo mira la verdadera dimensión de la mujer sin la mirada obscena del “otro”.
3/6
, de Paloma de la Cruz (Málaga, 1991). “Desde medios como la cerámica o la ornamentación, desarrolla un lenguaje centrado en las políticas del cuerpo femenino, muchas veces fusionado con la arquitectura y un lugar doméstico. En la serie nos sitúa ante unos tejidos aparentemente delicados que parecen simular esa pureza y limpieza que busca el ritual”.
4/6
, de Paloma de la Cruz. Esta obra como la anterior, (me parecen inseparables) de la artista me resultan muy sugerentes por su sencillez intelectual y por lo que pueden representar: desde un órgano interior a un paño para lo “exterior”. Creo que se trata de un deleite femenino y feminista de recuperación de lo que se ha denominado artesano y solo afecto al quehacer de la mujer. De la Cruz solo tiene 20 años y, la mirada del arte en relación con la generación de los 80, es más directa, menos angustiada, sin por ello dejar de reivindicar los mismos principios aunque, creo, lo hacen sin ese poso de “generación perdida” (la de los 80).
5/6
Obra de Javier Arbizu (Estella, 1984). Este artista “define su práctica escultórica bajo el término plasma, como materia en estado de potencialidad. Sus obras transcurren en un ciclo entre la ruina y el resurgir de sí mismas”. De hecho, el artista frecuentemente recicla el bismuto del que están hechas, presentado varias obras de una enorme belleza plástica entre las que destaca la súplica de estas manos descarnadas.
6/6
, de Saelia Aparicio (Valladolid, 1982). La obra se presenta como una consecuencia de los estragos que la industrialización y la ausencia de conciencia política y social influye en el interior de nuestro cuerpo. Es sobresaliente la manifestación de la angustia que provoca la contaminación moral (cualquiera) que en casi todos reside en el vientre, destruyendo todo, lo que nos hace asirnos a un andador donde las manos es lo que nos queda para aguantarnos de pie y como esperanza de reconstrucción.