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Con más de dos décadas de historia, el mundialmente reconocido restaurante Pujol, primer proyecto del chef mexicano Enrique Olvera, ha transitado un proceso evolutivo que lo ha llevado a convertirse en una poderosa oleada que trasciende lo gastronómico para surgir con más fuerza que nunca en una búsqueda creativa continua, no solo en lo relativo a la comida sino en otros ámbitos.
Un ejemplo de ello es la reciente invitación para realizar una instalación por el Día de Muertos que el equipo de Pujol extendió a la artista visual colombiana-israelí Orly Anan, quien se ha interesado en el misticismo de la vida cotidiana y experimenta con la unión de la cultura popular y los rituales a través de su obra, compuesta en ocasiones por grandes instalaciones, altares, constelaciones de objetos y, en los últimos años, por máscaras, siempre desde una visión contemporánea.
Del 31 de octubre al 2 de noviembre, Pujol abre las puertas a la instalación de la artista colombiana-israelí Orly Anan, en la que retoma la tradición del altar de Día de Muertos para reinterpretarla.Isaac Massarano
“Mi atracción por la gastronomía surge por las texturas y los colores que tiene; todo lo que está en la naturaleza es para mí un material descontextualizado. Siento que Pujol hace algo parecido en cuanto a la investigación de los ingredientes ancestrales, pero, de algún modo, en la composición tiene un sello único, avant-garde, un sello muy Pujol”, explicó Anan.
Aunque en escalas y medios diferentes, justamente ha sido el rescate de lo artesanal uno de los puntos de unión que se establecieron entre la propuesta creativa de la artista con el trabajo excepcional que ha distinguido a Pujol, donde el trabajo manual cobra gran importancia y la búsqueda de los materiales e ingredientes locales surge de ese encuentro con los mercados, las calles y las comunidades.
Los visitantes podrán apreciar este “banquete”, en el que la artista visual dispone los objetos que fueron prefabricados en su estudio con otros elementos, como plantas, frutas e ingredientes.Isaac Massarano
“Como artista, para mí es fascinante, por fin, poder dialogar con un restaurante que para mí es más que un restaurante: es un movimiento cultural. La cocina de Pujol es el mejor performance que he visto en mi vida, es un reloj suizo perfecto; para mí ha sido mucha inspiración ver cómo se crea este ecosistema de perfección para sacar un producto”, dijo la también directora de arte.
“Ha habido mucha confianza por parte del equipo de Pujol en el sentido de respetar mi visión como artista visual, sin interferir en el proceso creativo; todo se basó en conversaciones y diálogos, pero con completa libertad, como una danza”, agregó.
Este diálogo continuo llevó a la artista a inspirarse no solo en la espectacular cocina que ha caracterizado a este restaurante sino también en el impecable funcionamiento de su cocina.
Para la artista visual es una maravilla poder honrar la muerte, no desde la tragedia, sino como una celebración por quienes ya no están en esta vida.Isaac Massarano
“Todos los platillos de Pujol son un universo de ingredientes y de niveles, y yo trabajo así, en una especie de óleo pero en vivo, a través de capas que vas poniendo y van agarrando otras texturas. Por mi parte existe muchísimo respeto a ese querer ser fiel y estar a la altura de la exquisitez que Pujol en sí es”, aseguró.
Esta instalación, que formará parte de este espacio de exploración cultural y artística que también es Pujol, estará abierta al público hasta el 2 de noviembre, en donde los asistentes podrán vivir de primera mano una experiencia que va más allá de lo estético y visual para tornarse incluso mística y espiritual.
Asistir a las celebraciones de Día de Muertos en Pátzcuaro, Michoacán, fue decisivo para que la artista se interesara en explorar a profundidad estas tradiciones.Isaac Massarano
“Para mí un ritual, un templo, es algo ancestral que está en nuestro ADN como humanos. No me gusta separarlo de la experiencia humana sino que me gusta verlo desde un lado más antropológico; que no sea solo visualmente espectacular sino que también sea una experiencia espiritual, pues eso es lo que nos hace humanos. Estar frente a un templo, frente a un altar, no importa si crees o no crees, si eres ateo o no, hay cierta conexión ancestral que nos mueve como humanidad y nos pone en cierta escala”, concluyó Anan.